Hay
ofertas que no se pueden rechazar y una de ellas es la atractiva
promoción “20at20”. Durante dos semanas varias producciones Off Broadway
ofertaban buenos tickets por 20 dólares, el único requisito era
que sólo se podían comprar 20 minutos antes de la representación,
en la taquilla y con dinero en efectivo. De ahí su nombre, “20
(dólares) a 20 (minutos del comienzo)”. La variedad de shows
que se acogían a la oferta era amplia e incluía obras de texto y
musicales como “Celia”,
“The Fantasticks”, “Forbidden Broadway”… La excusa
perfecta para, después de ver varias superproducciones,
sumergirme en el mundo Off Broadway.
Pese
a denominarse “Off” que nadie se asuste, básicamente la
diferencia con los montajes de Broadway es que los “Off
Broadway” se representan en teatros de muchas menos butacas
y el tipo de producción, el número de actores… suele ser
considerablemente más pequeño que en los grandes montajes. De
todos modos, no hay que tener prejuicios al acudir a este tipo de
obras ya que hay obras buenas y malas como en todos los sitios. No
sería la primera vez que un show comienza de forma modesta Off
Broadway y tras su éxito se muda a Broadway (clásicos como “A
Chorus Line” o “Rent”
siguieron ese camino). |
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Así que armado de
curiosidad por ver qué tipo de shows me encontraba decidí
aprovechar el último sábado de la promoción y ver dos de ellos.
Mi primera elección fue “Altar Boyz” para la matiné y, dado que se representaba en el
mismo teatro, me
decanté por “Naked Boys
Singing” para la tarde .
Antes de comentaros mis impresiones sobre lo que
vi me gustaría hablar un poco sobre el teatro que las alojaba, el
“New World Stages”,
ya que me sorprendió gratamente. Realmente no es correcto hablar
de “teatro” porque son varios teatros y salas polivalentes
integrados dentro de una sola infraestructura multifuncional. Para
que os hagáis una idea es una especie de “multicine” de los
que pueblan los centros comerciales del extrarradio pero sólo que
dedicado a los espectáculos en directo y en el centro de la
ciudad. Consta de 5 salas además de otro tipo de espacios tales
como el bar, el lobby… que son utilizados tanto para
representaciones como para eventos de empresa. A mi juicio es una
gran idea aunar de forma tan clara y voluntaria la representación
de espectáculos teatrales con la promoción del propio espacio
para otro tipo de eventos. Esto deja un margen muy amplio para,
además de los shows teatrales, poder celebrar cenas de empresa,
conferencias, exposiciones de arte, entregas de premios… Un
nuevo concepto con el que se le da una utilidad total a cada
espacio y con el que se abre a todo tipo de públicos. He de decir
además que la arquitectura del edificio es espectacular (ocupa
toda la parte subterránea de una bonita plaza pública entre la
calle 49 y 50 y las avenidas 9 y 10), absolutamente moderna y
ciertamente impresionante por lo que se convierte en un lugar
envidiable para realizar cualquier tipo de acto. Una buena idea…
¿Adivináis de quién? ¡Del grupo “Stage Entertainment”! Ojalá que en España se lanzaran con una
propuesta de este estilo (¡Es como si el Teatro Alfil, el Arlequín,
la sala Triángulo y la Cuarta Pared de Madrid estuvieran todos
bajo un mismo techo en un edificio impresionante!).
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Y, ahora sí,
empecemos con “Altar Boyz”.
Había podido escuchar ya en España el cd del musical y he de
decir que las canciones me parecía muy divertidas, pegadizas…
en la línea del tipo de música que hacen todos los grupos de “boy
bands” tales como “Backstreet Boys”, “’NSync” o
los españoles “D’Nash”. Y es precisamente de eso de lo que
trata el libreto de Kevin
Del Aguila (sobre el concepto de Marc
Kessler y Ken Davenport),
de una “boy band” pero en este caso compuesta de chicos católicos
(excepto un judío) que pretenden expandir sus buenos sentimientos
cristianos con su música. De este modo, además del judío,
tendremos varios de los estereotipos que suelen poblar estas
bandas: el líder, el gay, el rapero y el latino. Una premisa
bastante graciosa y a la que han conseguido sacarle todo el jugo.
A nivel escenográfico
es muy sencillo, sin nada particular, un espacio vacío que
pretende simular un escenario de un concierto con la banda subida
en él, una pasarela, un par de escaleras y un “contador de
pecadores”. Si, habéis oído bien. Durante varios momentos del
espectáculo hay cierta interacción con el público, y los
componentes del grupo van midiendo con una especie de máquina
futurista la cantidad de pecadores en la sala y cómo su número
se va reduciendo a medida que van cantando sus canciones
cristinas. Ésta es la sencilla premisa argumental, el intentar
convertir al público con su música, y que da pie a hilar todas
la canciones y números coreográficos propios de este tipo de
grupos.
Las canciones de Gary
Adler y Michael Patrick Walker suenan exactamente igual de bien que en el
disco y las coreografías creadas por Christopher
Gatelli son simplemente desternillantes. Han cogido como base
la clase de movimientos que hacen estos grupos y su forma de
interactuar entre ellos y la han llevado al extremo, resultando
divertidísimas pero sin caer en el esperpento. No dejaros de
fijar en los bailes imposibles de Ryan
Ratliff (“Mark”, el gay) porque no podréis parar de reír.
Cada miembro del grupo tiene su propio momento estelar con alguna
canción en exclusiva en la que dar rienda suelta a los estilos
musicales parodiados (rap, latino…). Con sus canciones nos
aconsejan como participar en la liturgia (“Church
Rulez”), alaban las virtudes de la virginidad (“Something About You”) o salen del armario y se confiesan
abiertamente… católicos! ( “Epiphany”).
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Como
curiosidad, decir que la producción promociona el aspecto
“fan” con abundante merchandising y varios tours que se
pueden comprar a parte, y que son guiados por miembros del
elenco.
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Lo mejor: Los cinco fantásticos actores que son los pilares del
show. |
En resumen, un espectáculo
absolutamente recomendable y con el que no pararás de
reír. Con razón ganó el “New
York Musical Theater Festival” y otros muchos otros
premios. ¡Dejaros llevar por la pasión adolescente y
convertiros en fans incondicionales de los “Altar Boyz”! |
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Lo
peor: Que alguien se lo pierda por ser un Off-Broadway. |
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Y
ahora es el turno de “Naked
Boys Singing”. La obra empieza con una canción que
dice algo así como “ahora vais a tener lo que habéis
pagado” y no encuentro mejor definición de lo que
representa este show. Pagas por ver gente desnuda, única y
exclusivamente ya que el espectáculo en sí no funciona, o
al menos no lo hace si pretendes ir más allá.
El
espectáculo nos muestra a los actores desnudos desde el
primer momento y, exceptuando breves momentos en los que
aparecen vestidos, así estarán hasta el final de la obra.
El argumento es una sucesión de escenas, cómicas en su
mayoría, que tienen la desnudez como tema central.
Asistimos al trabajo de una especie de porno-asistente del
hogar, a una circuncisión, los vestuarios de un gimnasio…
La escenas tienen bastante poca gracia y la mayoría de la
comicidad recae en el hecho de que están desnudos. La música
es muy simple, tocada exclusivamente con un piano, y las
voces de algunos de los actores e incluso su forma de
interpretar no me pareció de excesiva calidad, daba la
impresión con alguno de ellos de estar viendo un reparto de
segunda fila de alguna producción muy local.
El
tipo de público que acude a ver el show está eminentemente
compuesto por gays y despedidas de soltera (incluso ofrecen
precios de grupos y cenas previas) que a juzgar por lo que
vi, parece que se divierten razonablemente.
A mí, pasados los primeros dos minutos de sorpresa y
cierta gracia he de decir que me resultó algo violento ver
a los actores actuar desnudos continuamente. De todos modos,
probablemente el prejuicio esté en los ojos del espectador
porque probablemente los actores lo tomen como un personaje
más y no le den más vueltas.
En
conclusión no creo que se deba consideran al espectáculo
como más de lo que es para no tener expectativas falsas. ¿Quieres
ver actores desnudos sobre el escenario? Perfecto, este es
tu show. Al fin y al cabo, lleva varios años en cartel y
nos ha llamado la atención a mucha gente. Ahora, que luego
veas algo de calidad más allá de lo anecdótico es otra
cosa.
Lo mejor: Que al menos te toque un buen cast con el que puedas
recrearte la vista.
Lo
peor:
Todo lo demás.
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¡Hasta
la próxima semana! |
Desde Broadway con amor,
Diego Rebollo.
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