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 DESDE BROADWAY CON AMOR por Diego Rebollo 

 

“Altar Boyz y Naked Boys Singing: Chicos, chicos, chicos”.

 

Hay ofertas que no se pueden rechazar y una de ellas es la atractiva promoción “20at20”. Durante dos semanas varias producciones Off Broadway ofertaban buenos tickets por 20 dólares, el único requisito era que sólo se podían comprar 20 minutos antes de la representación, en la taquilla y con dinero en efectivo. De ahí su nombre, “20 (dólares) a 20 (minutos del comienzo)”. La variedad de shows que se acogían a la oferta era amplia e incluía obras de texto y musicales como “Celia”, “The Fantasticks”, “Forbidden Broadway”… La excusa perfecta para, después de ver varias superproducciones, sumergirme en el mundo Off Broadway.

Pese a denominarse “Off” que nadie se asuste, básicamente la diferencia con los montajes de Broadway es que los “Off Broadway” se representan en teatros de muchas menos butacas y el tipo de producción, el número de actores… suele ser considerablemente más pequeño que en los grandes montajes. De todos modos, no hay que tener prejuicios al acudir a este tipo de obras ya que hay obras buenas y malas como en todos los sitios. No sería la primera vez que un show comienza de forma modesta Off Broadway y tras su éxito se muda a Broadway (clásicos como “A Chorus Line” o “Rent” siguieron ese camino).

 

 

Así que armado de curiosidad por ver qué tipo de shows me encontraba decidí aprovechar el último sábado de la promoción y ver dos de ellos. Mi primera elección fue “Altar Boyz” para la matiné y, dado que se representaba en el mismo teatro,  me decanté por “Naked Boys Singing” para la tarde .

Antes de comentaros mis impresiones sobre lo que vi me gustaría hablar un poco sobre el teatro que las alojaba, el “New World Stages”, ya que me sorprendió gratamente. Realmente no es correcto hablar de “teatro” porque son varios teatros y salas polivalentes integrados dentro de una sola infraestructura multifuncional. Para que os hagáis una idea es una especie de “multicine” de los que pueblan los centros comerciales del extrarradio pero sólo que dedicado a los espectáculos en directo y en el centro de la ciudad. Consta de 5 salas además de otro tipo de espacios tales como el bar, el lobby… que son utilizados tanto para representaciones como para eventos de empresa. A mi juicio es una gran idea aunar de forma tan clara y voluntaria la representación de espectáculos teatrales con la promoción del propio espacio para otro tipo de eventos. Esto deja un margen muy amplio para, además de los shows teatrales, poder celebrar cenas de empresa, conferencias, exposiciones de arte, entregas de premios… Un nuevo concepto con el que se le da una utilidad total a cada espacio y con el que se abre a todo tipo de públicos. He de decir además que la arquitectura del edificio es espectacular (ocupa toda la parte subterránea de una bonita plaza pública entre la calle 49 y 50 y las avenidas 9 y 10), absolutamente moderna y ciertamente impresionante por lo que se convierte en un lugar envidiable para realizar cualquier tipo de acto. Una buena idea… ¿Adivináis de quién? ¡Del grupo “Stage Entertainment”! Ojalá que en España se lanzaran con una propuesta de este estilo (¡Es como si el Teatro Alfil, el Arlequín, la sala Triángulo y la Cuarta Pared de Madrid estuvieran todos bajo un mismo techo en un edificio impresionante!).

 

Y, ahora sí, empecemos con “Altar Boyz”. Había podido escuchar ya en España el cd del musical y he de decir que las canciones me parecía muy divertidas, pegadizas… en la línea del tipo de música que hacen todos los grupos de “boy bands” tales como “Backstreet Boys”, “’NSync” o los españoles “D’Nash”. Y es precisamente de eso de lo que trata el libreto de Kevin Del Aguila (sobre el concepto de Marc Kessler y Ken Davenport), de una “boy band” pero en este caso compuesta de chicos católicos (excepto un judío) que pretenden expandir sus buenos sentimientos cristianos con su música. De este modo, además del judío, tendremos varios de los estereotipos que suelen poblar estas bandas: el líder, el gay, el rapero y el latino. Una premisa bastante graciosa y a la que han conseguido sacarle todo el jugo.

A nivel escenográfico es muy sencillo, sin nada particular, un espacio vacío que pretende simular un escenario de un concierto con la banda subida en él, una pasarela, un par de escaleras y un “contador de pecadores”. Si, habéis oído bien. Durante varios momentos del espectáculo hay cierta interacción con el público, y los componentes del grupo van midiendo con una especie de máquina futurista la cantidad de pecadores en la sala y cómo su número se va reduciendo a medida que van cantando sus canciones cristinas. Ésta es la sencilla premisa argumental, el intentar convertir al público con su música, y que da pie a hilar todas la canciones y números coreográficos propios de este tipo de grupos.

Las canciones de Gary Adler y Michael Patrick Walker suenan exactamente igual de bien que en el disco y las coreografías creadas por Christopher Gatelli son simplemente desternillantes. Han cogido como base la clase de movimientos que hacen estos grupos y su forma de interactuar entre ellos y la han llevado al extremo, resultando divertidísimas pero sin caer en el esperpento. No dejaros de fijar en los bailes imposibles de Ryan Ratliff (“Mark”, el gay) porque no podréis parar de reír. Cada miembro del grupo tiene su propio momento estelar con alguna canción en exclusiva en la que dar rienda suelta a los estilos musicales parodiados (rap, latino…). Con sus canciones nos aconsejan como participar en la liturgia (“Church Rulez”), alaban las virtudes de la virginidad (“Something About You”) o salen del armario y se confiesan abiertamente… católicos! ( “Epiphany”).

 

Como curiosidad, decir que la producción promociona el aspecto “fan” con abundante merchandising y varios tours que se pueden comprar a parte, y que son guiados por miembros del elenco.

 

Lo mejor: Los cinco fantásticos actores que son los pilares del show.

En resumen, un espectáculo absolutamente recomendable y con el que no pararás de reír. Con razón ganó el “New York Musical Theater Festival” y otros muchos otros premios. ¡Dejaros llevar por la pasión adolescente y convertiros en fans incondicionales de los “Altar Boyz”!

Lo peor: Que alguien se lo pierda por ser un Off-Broadway.

 

Y ahora es el turno de “Naked Boys Singing”. La obra empieza con una canción que dice algo así como “ahora vais a tener lo que habéis pagado” y no encuentro mejor definición de lo que representa este show. Pagas por ver gente desnuda, única y exclusivamente ya que el espectáculo en sí no funciona, o al menos no lo hace si pretendes ir más allá.

El espectáculo nos muestra a los actores desnudos desde el primer momento y, exceptuando breves momentos en los que aparecen vestidos, así estarán hasta el final de la obra. El argumento es una sucesión de escenas, cómicas en su mayoría, que tienen la desnudez como tema central. Asistimos al trabajo de una especie de porno-asistente del hogar, a una circuncisión, los vestuarios de un gimnasio… La escenas tienen bastante poca gracia y la mayoría de la comicidad recae en el hecho de que están desnudos. La música es muy simple, tocada exclusivamente con un piano, y las voces de algunos de los actores e incluso su forma de interpretar no me pareció de excesiva calidad, daba la impresión con alguno de ellos de estar viendo un reparto de segunda fila de alguna producción muy local.

El tipo de público que acude a ver el show está eminentemente compuesto por gays y despedidas de soltera (incluso ofrecen precios de grupos y cenas previas) que a juzgar por lo que vi, parece que se divierten razonablemente.  A mí, pasados los primeros dos minutos de sorpresa y cierta gracia he de decir que me resultó algo violento ver a los actores actuar desnudos continuamente. De todos modos, probablemente el prejuicio esté en los ojos del espectador porque probablemente los actores lo tomen como un personaje más y no le den más vueltas.

En conclusión no creo que se deba consideran al espectáculo como más de lo que es para no tener expectativas falsas. ¿Quieres ver actores desnudos sobre el escenario? Perfecto, este es tu show. Al fin y al cabo, lleva varios años en cartel y nos ha llamado la atención a mucha gente. Ahora, que luego veas algo de calidad más allá de lo anecdótico es otra cosa.

Lo mejor: Que al menos te toque un buen cast con el que puedas recrearte la vista.

Lo peor: Todo lo demás.

 

¡Hasta la próxima semana!

 

Desde Broadway con amor,  Diego Rebollo.

 


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