Me
cuesta abordar la crítica de “Spamalot”
ya que es un musical que, de un modo u otro, tenía muy
idealizado. En general me suele gustar bastante el humor negro y
el absurdo, del que los Monty
Python hacen gala en sus películas y series de televisión. A
pesar de ello, nunca he sido un fan acérrimo del grupo. He visto
varias de sus películas o sketchs y me he reído en bastantes
ocasiones con sus ocurrencias, pero digamos que no formo parte de
la extensa legión de seguidores que veneran “La
vida de Brian” o “Los
caballeros de la mesa cuadrada”. Aún así había tenido la
oportunidad de escuchar el cd y ver varios vídeos
del musical y me parecía absolutamente excepcional, con
unas voces increíbles y unas letras divertidísimas. Además, éste
show ha ido ganando un gran número de seguidores que alaban sus
virtudes a los cuatros vientos y a los que he escuchado
pacientemente por lo que mis expectativas eran muy elevadas.
Por
todo ello no pude evitar albergar una gran sonrisa cuando conseguí
tickets de standing room baratos para ver la obra un viernes por
la noche. Era una especie de acontecimiento muy esperado y que por
fin iba a tener lugar, iba a poder ver el multipremiado y del que
tanto había odio hablar “Spamalot”.
Para
empezar, el propio entorno es absolutamente impresionante ya que
la obra se representa en uno de los teatros más bonitos de
Broadway, el “Shubert
Theatre”. Estar allí te da esa sensación que te invade
cuando visitas el Coliseo Romano o la Torre Eiffel, sabes que estás
en un sitio histórico y que muchas cosas y mucha gente ha pasado
en sus años de historia. A alguno puede sonarle algo exagerada mi
apreciación pero si os digo que es un teatro que lleva construido
desde 1913 y que allí se han representado obras clásicas de Rodgers
y Hart, que allí actuó en Broadway por primera vez Barbra
Streisand y que fue la casa de “A
Chorus Line” desde 1975 y durante 15 años quizás os podáis
hacer una idea de toda la historia que alberga en su interior.
Situado en el número 225 West de la calle 44 su propia entrada ya
tiene algo especial. Se accede a él por una especie de callejón
repleto de carteles con anuncios de musicales y en la misma
manzana están localizados teatros que representan clásicos como
el propio “A Chorus Line”, “Los Miserables”, “El
Fantasma de la Ópera” o “El Rey León”. El marco es
incomparable y no hace sino incrementar la idea de que vas a
asistir a algo único y espectacular.
¡Qué
perjudicial es en ocasiones acudir con determinadas expectativas a
un espectáculo! Hay veces que llevas muy malas referencias y el
show termina gustándote y no lo encuentras tan malo y otras que
te han hablado tan bien de él que no puedes evitar sentirte
decepcionado por lo que estás viendo… e indudablemente éste es
uno de estos casos.
Creo
que mis grandes decepciones se han centrado en tres aspectos, el
personaje de Lady of the Lake, la puesta de escena y lo
incomprensible de su acento y juegos de palabras.
Sara Ramírez, ganadora del Tony por su interpretación original del
personaje de Lady of the Lake había dejado el listón muy alto y
su voz en el cd sonaba de manera prodigiosa. Yo tuve la ocasión
de ver a Jenny Hill, la cover de la actual protagonista, Marin Mazzie y no
puedo evitar decir que me decepcionó absolutamente. Creo que la
mayoría de los mejores números del musical están protagonizados
por este personaje y su particular voz de soprano y su exagerada y
divertida forma de cantar hacen que sean únicos pero Jenny Hill
fue incapaz de alcanzar ninguno de éstos registros. Cada vez que
escuchaba una canción protagonizada por ella esperaba al gran
climax final en el que se desgarrara la voz y nos dejara pegados a
la butaca pero eso nunca ocurrió. Y eso sí ocurría con Sara Ramírez.
Su interpretación actoralmente hablando no era mala y era
divertida pero arrastraba esa carencia vocal que para mí le
restaba más de un 50% a la potencia de su personaje.
Una
vez más mis imaginaciones y expectativas me jugaron una mala
pasada también en el tema de la escenografía. Tras ver varias
fotos, vídeos y escuchar las canciones me imaginaba unas puestas
en escena impresionantes al más puro estilo Broadway, y sí, las
tiene, pero no al nivel que yo esperaba. Hay muchos cambios
escenográficos y varios momentos cumbre con muchos elementos en
escena, bailarines por doquier, música a todo volumen, voces a
pleno rendimiento… Pero una vez más, esperaba algo más
“especial” y no me llegó ni me emocionó en exceso. Otra vez
las altas expectativas fueron unas malas compañeras.
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