¿Por qué Mecano?
Yo tenía once años y ella se llamaba Raquel. Era rubia y medía no
sé cuánto, por lo menos quince centímetros más que yo. Llevaba
un mes esperándola todas las tardes a la salida de su colegio.
Salva y Manolo, mis mejores amigos, me acompañaban y
aprovechaban para levantarle la falda a alguna chica, pero yo no
estaba para tonterías de niños y así se lo dije a mis amigos.
Resultado: nunca volvieron. Mi imagen, yo solo frente a un colegio
de monjas, debía de ser bastante ridícula, pero no me importaba:
estaba enamorado y no cesaría hasta conseguirla. Unas semanas
después, con un valor y un arrojo que yo no sabía que tuviera, le
dije a una de sus amigas: "estoy por Raquel".
No sé qué pasó, pero al día siguiente Raquel salió sola del colegio,
se acercó hacia mí y me preguntó si la acompañaba a casa. No era
el siete de septiembre, pero casi. Esa tarde me dio un beso en la
mejilla porque me decía que en la boca tenía que ser más
adelante. Fuimos novios casi un mes, y aunque el beso en los
labios nunca llegó, era el hombre más feliz y más bajito del mundo.
Pero una tarde, a mi lado, frente a su colegio, había un chico igual
de solo que yo, un chico altísimo, casi tanto como ella, y que
además fumaba. Raquel ni me saludó cuando pasó a mi lado. Le
cogió de la mano y se fueron andando tan felices. A los quince o
veinte metros se detuvieron y se dieron un beso en la boca.
Una semana después a mí me pusieron gafas y Mecano publicó
"Entre el cielo y el suelo". Escuché "Me cuesta tanto olvidarte"
trescientas setenta veces seguidas, y aunque no entendía qué
quería decir "cuadro de bifrontismo que sólo da una faz", se
convirtió en mi canción durante mucho tiempo.
Una tarde me
encontré con Raquel frente a frente por la calle. Se paró a mi lado
y me soltó: "estás muy feo con gafas, pero si quieres podemos ser
amigos". ¿Amigos? Ay, Raquel, lo que me hiciste sufrir.
Afortunadamente, todo pasa, y unos años más tarde y un poco
más alto, pude compartir con Carla, con besos en la boca y llenos
de felicidad, "La fuerza del destino", y después, poco antes de
hacer la selectividad, me peleaba y hacía las paces todas las tardes
con Olga mientras oíamos "Una rosa es una rosa". Aún hoy,
cuando me aproximo inexorablemente a los treinta, me descubro
canturreando "Vivimos siempre juntos" pensando en otra cuyo
nombre no quiero decir.
Mecano ha estado presente en toda mi vida. Ha estado presente en
la vida de todos, convirtiéndose en la banda sonora de toda una
década, los años ochenta, en los que pasaron tantas y tantas
cosas. Ahora es el momento de recordar aquellos días en los que
las chicas te dejaban porque eras bajito y te ponían gafas, pero
también cuando tú fuiste al fin el chico alto que fumaba y que se
besaba con las chicas por la calle.
Antesdeayer, en casa de mi padre, escuché que desde la habitación
de mi hermana Elena, que tiene diez años, salía una y otra vez "Me
cuesta tanto olvidarte". Me di cuenta en ese instante: Elena se ha
enamorado por primera vez.
David Serrano